Critiquen, agárrense un buen cabreo. Tuerzan el morro cuando reciban una palabra airada por una comparación ramplona más. “¿Es la última estrella del flamenco urbano, no?”. No, no lo es.
Y sino, hagan dislike. Dislike a la libertad. Cuando no sea flamenco purista lo que la atraviese como un cristal. Cuando sea rap, pop o qué sé yo. Cuando fluya con Marc López, escudero a las seis cuerdas, o cuando embelese –está por venir– con Juancho Marqués, que la contactó a través de IG cuando no acumulaba ni un millar de seguidores.
Disfruten sin prejuicios, acérquense, a su expresión excelsa y a su bellísima persona, a la delicia de entrar en diálogo (con ambas). No hay mejor recompensa en el camino que tomar senderos ignorados. No para atajar, sino para llegar a parajes desconocidos.